miércoles, 14 de septiembre de 2016

MARTÍNEZ

Un relato de Juan Bautista Verde Asorey:

1.- Ideas y tiempo (26-9-16): Amalio y Facundo tuvieron esta conversación:
* Amigo Facundo, tengo muchas ideas y muy poco tiempo para desarrollarlas.
* No te preocupes, Amalio. A otros les sobre tiempo y no tienen ninguna idea.
El mundo está así de descompensado. ¡Todavía!

2.- La ráfaga de viento
Sacó de su bolsillo un pequeño trozo de papel para anotar una brillante idea, de las que solían acudir a su mente cuando paseaba solitario.
Se apoyó sobre el techo de un coche estacionado en la calle.
Al intentar cambiar de posición los dedos índice y pulgar con que sujetaba el papelillo, una ráfaga de viento se lo arrebató. Pero fue a posarse en el suelo a pocos metros de distancia, gracias a un casual pequeño descanso del aire.
Cuando estaba a punto de pillarlo de nuevo, otra ráfaga veloz se lo llevó zigzagueando hasta caer al mar.
Con cara de indignación, se quedó quieto mirando cómo lo escrito se iba ahogando lenta y despectivamente, al compás del suave balanceo de las tranquilas aguas de la ría.
Aquella noche no pudo dormir de irritación.
Se olvidó de lo que había escrito, de lo que faltaba por escribir, e incluso de la idea originaria.
Terminó, resignadamente, escribiendo un artículo sobre azar y desaliento. De su éxito se sabe poco.

3.- Los Martínez
Dos vecinos de un mismo pueblo se mueren casi juntos y aparecen en la puerta del cielo uno detrás del otro. El primero era el taxista (Roberto Martínez) y el otro el párroco (reverendo D. Roberto Martínez), ambos de Ventosa de Arriba. Pedro (el celestial portero, el de las ‘llaves’; ¡ya ves!) identifica al primero: nombre, profesión y pueblo. Observa su curriculum vitae y le dice: Pase usted al salón del fondo, el armario número 8 es suyo; el sillón azul es para usted y con la llave verde puede acceder al bar, encender la TV, y tomar lo que quiera del buffet. También el jacuzzi está a su disposición... El hombre entra encantado. A continuación, Pedro observa el currículum del segundo Roberto Martínez. Pronuncia el nombre en alto e inmediatamente interviene el nombrado:
            - Sí. Soy Roberto Martínez. Pero el párroco, no el taxista de mi parroquia, el que acaba de entrar.
            - Sí, sí. Dice Pedro. Tengo aquí sus datos. Ha muerto usted reglamentariamente, según los designios del Señor. Lo digo porque otros mueren por accidente o así y me cuesta más encontrarlos en la lista por venir en días no previstos.
            -  No. Lo digo porque, al coincidir mi nombre con el del anterior, quiero evitar confusiones.
                    No se preocupe, dice Pedro. No hay error. Está usted salvado. Entre y siéntese en aquel taburete. Cuando el buscador de rincones tenga alguno disponible ya le avisará.
                    ¡¿Cómo?! El que acaba de entrar era un irresponsable. Conducía peligrosamente. Se subía a las aceras, se salía de la carretera, siempre superaba los límites de velocidad, daba positivo en las pruebas de alcohol con cierta frecuencia, etc. Lo sé porque lo decía todo el mundo y además porque se confesaba conmigo (supongo que aquí no es secreto). Mientras que yo cumplía con mis deberes religiosamente, predicaba homilías largas, argumentadas, bien preparadas... Y resulta que se le asigna un lugar fantástico al taxista y para mí una simple banqueta y ni siquiera fija, ‘precaria’…
                    Es verdad, Reverendo Martínez. Todo lo que usted dice es verdad. Pero usted, cuando predicaba, conseguía que las imágenes de la iglesia se durmieran, y hasta las piedras de sus paredes roncaban. Mientras que cuantos sentían al taxista cerca, rápidamente empezaban a rezar con total devoción, no solo los ocupantes del vehículo, sino incluso todos los que lo veían venir. ¿Lo entiende ahora?
                    Todavía no lo veo claro ni justo. Pero sé que voy a tener tiempo suficiente para pensarlo.

Comentario crítico: ¿Cuál de los Martínez lo ha hecho mejor? Según la moral de la Institución de Pedro es evidente que lo hizo mejor el taxista. Pero desde el punto de vista ético hay que considerar qué valores entran en juego. El taxista ha jugado con la salud y con la vida misma de sus clientes, así como de sus vecinos y otros viandantes. En cambio, el párroco solo puso en juego valores credenciales, como la salvación de sus fieles y la confianza en el representante de sus creencias. Por tanto, ambos son rechazables, desde sus valores. Pero el párroco solo puede ser juzgado por sus fieles, y, por analogía, también por otros fieles. Mientras que el taxista puede serlo por todo el mundo que ame la salud y la vida, al margen de las creencias. El taxista ha obrado éticamente mucho peor que el párroco, porque ataca valores universales, mientras que el párroco solo es un poco reprendible porque no mima los valores particulares de su 'club'. Sin embargo, el taxista recibe un buen premio, mientras que el párroco, aun habiendo cumpliendo formalmente bien con su deber institucional, recibe un insulto de premio, ya que se considera que no ha desempeñado bien el interés de la 'empresa'. No obstante, desde el punto de vista ético, el párroco solo ha fallado en valores de 5º orden, como pueden ser la coherencia y la confianza, y aún con  dudas muy razonables, ya que nadie obliga a nadie a creer en nada referente a la otra vida; mientras que al taxista no le importaba atacar la salud y la vida.
4.- Grial: Plato, pocillo, cuenco. Viene quizás de la palabra bajolatina gradalis (gratalis) para tomar comida o bebida 'poco a poco' (gradatim). Aunque parece más probable su relación con la palabra cratera (vaso con asas, del griego kratér -vasija grande, copa, caverna-). De gradalis provienen las formas romances graal, greal y grial. Aparece en el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita (espetos e griales, ollas e coberteras). La etimología 'sangre' + 'real' es una simple ocurrencia popular.

Juan Verde Asorey.  2 de septiembre de 2016


domingo, 15 de febrero de 2015

Viaje Final de Carrera, de la promoción 1968 - 1971 de Ingeniería Técnica de la U.L. de Córdoba

Os adjunto las 61 fotografías del viaje Final de Carrera, de la promoción
1968 - 1971 de Ingeniería Técnica de la U.L. de Córdoba, a las Islas
Canarias (mejor dicho a la isla de Gran Canarias) en 1971. Espero que os
gusten.

Un abrazo

Joan Canal